Una persona no vale más por tener un título universitario, o haber ido a la escuela.
Hay miles de personas dignas de nuestro respeto que no han pisado un salón universitario, ni tienen maestría. Ahí está Steve Jobs y su excelente discurso en Stanford; el prefirió no hacer que sus padres adoptivos gastaran todo sus ahorros y dejó la universidad; aún así, fue un hombre que revolucionó el mundo.
Tampoco se es más por tener dos piernas sanas, por verse "en buena forma", o por no padecer obesidad.
Hay factores, desde genéticos hasta de estilo de vida y económicos, que influyen para que una persona tenga problemas de salud. Nadie está ajeno a padecer una disfunción, de hecho todos tenemos alguna. Si se piensa mejor. Nadie se ajusta a los estándares para estar al cien en todos los aspectos.
No se es más si se tiene un color de piel específico o si se es heterosexual u homosexual, tampoco por el lugar en el que vives, por si tienes o no hijos, o decides ser soltero o casado.
Al final, el planeta es de todos, los individuos tienen la capacidad de hacer con su vida, corazón y cuerpo lo que deseen siempre y cuando no afecten a otros. Al final, todos fuimos niños, todos hemos experimentado dolor, tristeza, melancolía, pérdida, felicidad. Son sentimientos inherentes a los seres humanos.
Esto no quiere decir que todos sean buenos o malos, obvio hay gente sin escrúpulos, pero de cualquier raza, sexo o condición social.
Me parece patético pensar si quiera que alguien por ser blanco o café, por ser hetero u homosexual, hombre o mujer; por haber nacido en México o en Inglaterra, por tener la posibilidad
de caminar o no tenerla, por haber estudiado más o menos, sea discriminado. Nadie tiene el
derecho de discriminar.
Por citar un ejemplo de valor. Los seres más valiosos en mi vida, a quienes no les llego a los talones, son de origen latino, no terminaron la secundaria o a penas y la estudiaron, han trabajado dignamente toda su vida y amado en la misma proporción. Son luchones, amorosos, entregados, inteligentes, nobles, correctos y admirables. Se encuentran entre mis padres y mis abuelos, y entre gente conocida que admiro a morir.
A mis amigos los quiero por ser eso, amigos. Por estar en los momentos difíciles y fáciles, por hacerme reír en cualquier situación. Por ser un "paño de lágrimas". Los admiro y aprendo de ellos con humildad. No importa de qué país son, ni sus preferencias, ni su estado físico, ni si son bellos o feos, ni su nivel de estudios (WTF). "Lo esencial es invisible a los ojos", diría Saint Exupery, ¿no?
Hay miles de personas dignas de nuestro respeto que no han pisado un salón universitario, ni tienen maestría. Ahí está Steve Jobs y su excelente discurso en Stanford; el prefirió no hacer que sus padres adoptivos gastaran todo sus ahorros y dejó la universidad; aún así, fue un hombre que revolucionó el mundo.
Tampoco se es más por tener dos piernas sanas, por verse "en buena forma", o por no padecer obesidad.
Hay factores, desde genéticos hasta de estilo de vida y económicos, que influyen para que una persona tenga problemas de salud. Nadie está ajeno a padecer una disfunción, de hecho todos tenemos alguna. Si se piensa mejor. Nadie se ajusta a los estándares para estar al cien en todos los aspectos.
No se es más si se tiene un color de piel específico o si se es heterosexual u homosexual, tampoco por el lugar en el que vives, por si tienes o no hijos, o decides ser soltero o casado.
Al final, el planeta es de todos, los individuos tienen la capacidad de hacer con su vida, corazón y cuerpo lo que deseen siempre y cuando no afecten a otros. Al final, todos fuimos niños, todos hemos experimentado dolor, tristeza, melancolía, pérdida, felicidad. Son sentimientos inherentes a los seres humanos.
Esto no quiere decir que todos sean buenos o malos, obvio hay gente sin escrúpulos, pero de cualquier raza, sexo o condición social.
Me parece patético pensar si quiera que alguien por ser blanco o café, por ser hetero u homosexual, hombre o mujer; por haber nacido en México o en Inglaterra, por tener la posibilidad
de caminar o no tenerla, por haber estudiado más o menos, sea discriminado. Nadie tiene el
derecho de discriminar.
Por citar un ejemplo de valor. Los seres más valiosos en mi vida, a quienes no les llego a los talones, son de origen latino, no terminaron la secundaria o a penas y la estudiaron, han trabajado dignamente toda su vida y amado en la misma proporción. Son luchones, amorosos, entregados, inteligentes, nobles, correctos y admirables. Se encuentran entre mis padres y mis abuelos, y entre gente conocida que admiro a morir.
A mis amigos los quiero por ser eso, amigos. Por estar en los momentos difíciles y fáciles, por hacerme reír en cualquier situación. Por ser un "paño de lágrimas". Los admiro y aprendo de ellos con humildad. No importa de qué país son, ni sus preferencias, ni su estado físico, ni si son bellos o feos, ni su nivel de estudios (WTF). "Lo esencial es invisible a los ojos", diría Saint Exupery, ¿no?
22 de septiembre de 2017, 2:22
Una buena reflexion, te felicito.