Siempre hay algo que decir...

Hoy entrevisté a dos mujeres especiales: Una de ellas tiene tatuado todo el cuerpo, lo decidió así después de vivir golpes y maltrato de un “hombre” machista, ahora se considera una madre como cualquier otra, que ayuda a sus hijos y se preocupa por ellos. Cuando habla, su voz contrasta con su físico, también su risa, es sumamente femenina.

La segunda es una chica que nació sin brazos, cree mucho en el amor y lo encontró hace poco. También le gusta ser vanidosa, tarda horas en plancharse el pelo (con los pies) y le encanta cocinar (con las patas, dice ella en tono de broma). Da conferencias en todo el país a personas que padecen una discapacidad, se siente realizada y se le ve. Es bella físicamente y lo sabe.

De regreso, en el transporte público, una mujer con un uniforme de policía se sentó a mi lado, fue curioso porque traía un bolso muy chic, busco su celular dentro de él (los bolsos de las mujeres suelen parecer un baúl sin fondo), contestó y hablaba, me pareció, con su hijo. Le daba instrucciones de lo que debía hacer en casa.

Mi madre me visitó el domingo, cocinó algo muy rico, yo quería llegar a la casa y encontrarme con su comida, pero principalmente con su presencia. Mi mamá no es convencional, no es la típica que hace los quehaceres o te dice qué hacer, es más bien una amiga. Me encanta que tenga su propia vida, me encanta que acaba de terminar su carrera en diseño. Es la mejor madre que pude haber tenido, la mejor del mundo. Siempre luchó por darme lo mejor, sacrificó de sí, y ahora me sigue demostrando que puede, dándose mucho a sí. La amo con toda mi alma, no sólo por como es como madre, más bien como mujer.

Mis hermanas son muy cabronas, Diana es una princesa de un cuento poco común. Es sumamente bella e inteligente, esa combinación es increíble, siempre he considerado que sus novios son muy afortunados, nada la detiene. Tiene excelente ortografía, redacción y capacidad de análisis. Además ama el teatro y actúa muy bien. Viri es luchona, fuerte, inteligente, segura y femenina. Hace dos meses compró su carro del año y ahora lo maneja muy bien, ella rompe con todos los estereotipos negativos que se le atribuyen a las mujeres: es jefa joven, tiene un buen puesto, paga sus estudios, enfrenta cualquier problema… por cierto, sólo tiene 25 años. Jenny acaba de regresar de Barcelona, es ginecóloga, de las buenas. Es también inteligente y luchona, pero además posee un corazón que no le cabe en su cuerpo pequeño. Le acaban de decir que estudiará un postgrado muy especial, no más de 10 personas en todo México podrán hacerlo. Nada la ha detenido, nada, y sé que nada la detendrá.

América es la mujer con la que comparto mis suspiros, mis noches, mis sueños, mis anhelos, mis deseos… Ella ha enfrentado todo y por eso, creo, lo tiene todo. Para empezar, posee la sonrisa más hermosa que he visto en el mundo, ella sonríe y el mundo se pone de cabeza. Ella también es doctora, poco convencional, pues tiene un lado humano que seguramente marca a todas las personas que la buscan. Cree en el amor, principalmente en ese que se encuentra en personas que no buscan nada de ti, más que valorar tu existencia. Lo sé porque ella ama de esa manera. Es muy bella –mucho-, sexy, inteligente, sensible, cariñosa, otras veces berrinchuda. Es muy real y humana, y por eso la amo. Hay veces que no puedo creer que el mundo haya hecho un ser humano tan completo, una mujer en toda la extensión de la palabra, y que ese gran ser humano me dé tanto de sí.

Conozco muchas mujeres increíbles: Alicia Martínez, Edith Herrera, Diane Balderas, Miriam y Miridiel Maldonado, Rocío Díaz, Daniela Nuño, Fabiola Ávila, Fabiola Muñiz, Magdalena Pérez, Edna Guzmán, Abril Pozos, Brenda Molina, Ana Lucia Altamirano, Nancy Colin, Ana Luisa Castillo, Angie Martínez, Vianet y Vianey Reyes, Wendy Cangas, Paulina Rodríguez, Bera Benítez, Maru Mayoral, Miriam Lira, Natalia Cano, Nohemi González, Pamela Orozco, Paola García, Paulina Orozco, Vero Pesqueira… muchas muchas.

Qué les digo, en todas ellas he encontrado algo especial, una plática interesante, una pasión en la vida, una manera de encontrarse con el mundo. No existe una mujer igual, sin embargo, todas pertenecen a ese género único… de todas he aprendido.

Un Día de la Mujer es muy justificado, sólo de recordar a mi madre sufriendo los rollos del embarazo cuando esperaba a Dianita me hace pensar que lo es, pero también viendo a ella y mis hermanas estudiando arduamente, o arreglándose juntas. Son tantas y tantas cosas que justifican esa celebración.

Existe, claro, el otro lado, el de la injusticia que han padecido casi todas las mujeres que he mencionado, como la vez que un tipo molestó a una de mis hermanas. O el día que un maestro acosó a mi novia. O cuando mi padre ofendió a mi madre por su propia inseguridad. O la ocasión en que un pendejo lastimó, con su machismo (miedo, inferioridad, de hecho), a una de mis amigas... O cuando aquél chico no supo valorar lo que otra de chica cercana a mí le dio.

Existen muchas injusticias, mucho que hacer, pero también una dicha de tener un minuto junto a ustedes, porque seguramente ha sido especial.

Las admiro mucho, y no lo digo desde la parte semi machista e hipócrita tradicional (así tipo Arjona jaja), lo digo honestamente. Siempre he pensado que uno de los principales honores de ser hombre, es porque podemos ser parte de ustedes (no imagino un mundo lleno de cabrones jajaja). FELICIDADES