domingo, 28 de febrero de 2010 0:13 Publicado por Jesús Díaz
Le Rêve, Le Cauchemar

Son las 5:00 de la mañana, aún puedo escuchar los latidos de mi corazón y la bocanada…esa que siguió al breve sonido que me hizo despertar.
¡Qué raro sueño!
…Estaba en un lugar muy extraño, un mundo en el que las personas se cuidaban unos de otros. La mejor persona –eso es lo interesante- era la de los mejores falsos trucos.
Yo era uno de los trapecistas que se convertía a veces en payaso, y, en otras, en presentador de circo: la idea era dar vueltas, brincar más alto que cualquiera o hacer reír, pero, ¿para qué?
Tras hacerlo una y otra vez (yo nunca ganaba del todo), aún con la victoria el mundo comenzaba a tornarse grisáceo, otras veces rojo y amarillo. Mi rostro (bajo el maquillaje) se llenaba de tristeza, mi cuerpo (bajo el traje) se debilitaba y mi alma (Dios, mi alma) se desvanecía.
Esa imagen difusa de lo que soy me lastimó hasta el fondo, porque esos que me veían (los dueños del circo) no advertían lo que no me cabía, cómo con cada bocanada, con cada amanecer, con cada caricia, me sentía vivo…
Mi ventana está sucia, debería limpiarla. Hace frío (por la hora) pero no me importa.
¿De qué color es el cielo cuando amanece?, es anaranjado, y rojo, y amarillo... y esas las aves que vuelan dispares, ¿qué tamaño tienen?…
Ah, la vida...
Hace unas horas que dejé ese ese sueño, ese gran sueño que tornó en pesadilla. Y hoy estoy feliz, como en mucho tiempo, dentro de esta noche oscura, no me había sentido.
No importa, ahora lo sé, no importa si no se hace reír a la gente, uno está aquí por algo más trascendente.
Como esta lágrima que siento.
Y esa felicidad y tranquilidad que me permite ver cada detalle de ese cielo sin preocupaciones y pensar en todo lo que quiero sentir hoy. Lo que quiero leer, probar y tocar hoy.
Pienso en ti, bella trapecista, en la hora en la que llegarás a ese tu lugar, también pienso en ella, en su charla mientras se ahogaba en un mundo que no era el suyo, y en él, en esa mente brillante que merece más de lo que posee.
Todos despiertan, supongo, algunos tardan 10 años, otros 15, otros lo advierten hasta el último suspiro.
¿Cómo es ese último suspiro? El mío, afortunadamente, fue la bocanada que me dio un respiro más hacia una fría mañana…
…son las 6:00, aún puedo escuchar los latidos de mi corazón y la bocanada...
¿Tú?

2 Response to " "

  1. Lala Mágica Says:

    Tener el valor de despertar, uff, es lo más difícil.
    :)
    Saludos
    Lala

  2. Maggie Says:

    "... el mundo iluminado y yo despierta." Del desengaño viene la calma... Más vale...

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