Twitter: @YisusREPORTER
Cuando Obrador dice que su honestidad es lo único que tiene, no lo pongo en tela de juicio. De hecho, creo que por eso hay gente que le apuesta a él y no a Peña Nieto.
El problema es otro: sus ideas no son aterrizadas, suele argumentar los "qués" pero no los "cómos", se le ve cómodo cuando es atacado (como un buen niño rebelde) pero no cuando se le cuestiona como político; por momentos, con su terquedad, pareciera que no ser un demócrata.
Mucha gente está en la disyuntiva de votar por EPN, que representa un aparato viejo y amañado que dañó el país por casi un siglo; por JVM, una mujer medio gris que, para algunos, representa lo mismo: violencia, muertes, políticas económicas y sociales blandas; o por un hombre que oscila entre lo mesíatico y lo honesto (pocas veces aterrizado).
Entonces resulta lógico que cuando el pueblo encara a sus candidatos (en un debate, por ejemplo), advierte casi siempre el mismo desencanto. Es como cuando te das cuenta de que una persona, por muy bella o brillante que parezca por momentos, en el fondo no es lo que buscas, y sueñas con que un buen día cambie, repentinamente.
Francesco Alberoni en su libro ‘Amor y Enamoramiento’ habla de la similitud entre el enamoramiento y la política. Dice que, desafortunadamente, con el tiempo el enamoramiento decae y uno ve entonces si la persona (movimiento social o gobernante) es o no lo que buscaba. Si tiene cualidades, el enamoramiento se convierte un amor maduro, si no, en relación destructiva o simplemente termina.
Alberoni también apuesta a que la gente que "ama con locura" al inicio (la que más se enamora) es la que tuvo un periodo de soledad o de injusticia profundo anteriormente. Así, Obrador funge como una esperanza de la nada (de ahí su tono mesíatico) y cualquiera se enamora de esas cualidades (sobre todo cuando se es joven).
Si le apostamos a Alberoni, de ganar Peña Nieto la gente se sentiría como si regresara con una ex pareja: cómoda de inicio y decepcionada más tarde; de pronto idealizas lo que tuvieron, extrañas eso, regresas y dices: 'ah, ya recodé porqué lo(a) dejé'. Entonces comienzas a hacerte preguntas del por qué no elegiste a otro(a) candidato(a).
Si en un mes ganase Obrador, estoy seguro que muchos sentirían una gran emoción y esperanza (¿recueran a Fox en el 2000?). Esa "felicidad" podría traducirse en cosas buenas si se llevan por buen camino, de ahí la importancia que Obrador se rodee de políticos que lo sepan llevar -como Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente- y que se abra a sus ideas (suele ser testarudo).
¿Y si no?
Pues sería una decepción amorosa... otra más.
Hay gente que prefiere a personas acartonadas y correctas, que no excaven demasiado en emociones, para estar “tranquilos”. Hay otros, que optan por gente que les haga vibrar y creer que la vida sólo se vive una vez, aunque no ofrezcan garantías. Pero también creo que hay gente con menos telarañas, dispuesta a un cambio real, a escuchar y tolerar.
Afortunadamente, cuando se trata de elegir una pareja (si se es sano mentalmente) se puede optar por dejar a quienes son tóxicos y buscar alguien más centrado; desafortunadamente, en la política sólo se tienen dos o tres opciones.
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