Merci, la Vie!

¿Qué si soy alguien maduro? No, no lo soy (este fin quiero comprarme el nuevo aparatito de X-box)… ¿Qué si soy un chavito? No, tampoco (he tenido suficientes experiencias como para negarlas y hacerme más peque). ¿Qué soy entonces?

Una persona agradecida.

La última década me dejó de todo (estoy convencido que he vivido lo que pocas personas y me siento satisfecho por ello), y es curioso porque este ciclo que inició con la pérdida y concluye –casi por obviedad- con otra pérdida, está, a la vez, lleno de ganancias. Para mí hubo de todo: amor, pasión, viajes, pláticas, caricias, inicios… lo bueno... y lo malo: padecí la muerte de mi padre y mi propia enfermedad (prematura de hecho), desamor, desempleo… y superé prácticamente todo ello.

Mi pasión (mezclada muchas veces con mi profesión) me brindó muchas bendiciones, recuerdo ahora mis nervios cuando hablé con José Saramago en la Facultad de Derecho o al charlar con Sam Mendes. O mi cara de asombro al escuchar la definición de “espectador” de voz de M. Night Shyamalan. Las confesiones de un Kennedy a mis preguntas sobre Cuba y su propio sistema de salud. La comida en un restaurante italiano en pleno Buenos Aires con los chicos de Café Tacvba (la mejor banda de México), ensimismados, con miradas casi como si extrañaran la zona de Satélite (casa). O esa llamada a casa, a las 3 de la madrugada, de Bryan, vocalista de los Back Street Boys, desde un país lejano de Asia (en un phoner pactado para que me hablara de la próxima visita de la banda a México).

"La historia de mi vida"

“¿Qué será esa enfemedad?”, me dijo Lauri Ylönen, líder de The Rasmus, minutos antes de que la directora del Auditorio Nacional le anunciara la cancelación del concierto debido a la influenza. Estábamos los dos, solos, sentados en un recinto vacío con no más de diez técnicos-fantasmas caminando a nuestro alrededor. Recuerdo su rostro, su miedo. Cuando salí había cientos de chavas que reclamaban en la entrada principal, todo México estaba de cabeza, y pensé. “Acabo de estar adentro, sólo éramos él y yo. El mundo sigue girando, pero yo lo vi, nadie te lo contó”. Esa fue, afortunadamente, la historia de mi vida todos estos años.

La muerte fue, obviamente, el impacto más fuerte, la pérdida de mi padre de manera tan repentina y el suicidio de un compañero en mi primer trabajo fueron mis contactos más directos. Sufrí mucho por mi padre, hoy mismo lo extraño con toda mi alma, pero no estuve sólo en ese camino. Mi familia y las personas que he amado no me soltaron, mucho menos cuando yo mismo no tenía fuerzas para seguir. Ahí, entre ese dolor, encontré lo bello del mundo, me aferré a eso. Comencé como periodista cultural y eso me sensibilizó mucho. No puedo negar que encontré mi manera –muy personal- de ver a Dios.

"Como esos 20 pesos"

Recuerdo que renuncié a mi primer trabajo y días después encontré 20 pesos en un parque, me agradó esa casualidad, sobre todo porque mi situación no era la mejor y ese dinero era una ayuda. En esa época hice mis pruebas para entrar a Reforma, que considero –bueno, no sólo yo- que es el mejor diario de mi país. Entré meses después y, al tiempo, estaba viajando y hospedándome en un bello hotel en el área de Beverly Hills. Me encantan esos junkets (viajes en los que entrevistas a famosos sobre una nueva película o serie), suelo ocupar un día para conocer, comprar y todo lo que puedo de una noche para relajarme y disfrutar los lujos de esos hoteles. Mientras estaba en la tina de hidromasaje pensaba en lo que significa tener una vida rentada, saben, porque en realidad pocas veces puedes costearte esos lujos y sentirte tan tranquilo jajaja, pero también porque uno nunca sabe el alquiler que debe pagar para estar aquí. Todo es tan fortuito como esos 20 pesos, cosas que te encuentran y encuentras en la vida.

Este mes, por ejemplo, comencé a publicar una columna en una de las revistas de adolescentes más famosas de México, soy el cuarto hombre que lo hace en la historia de esa publicación y es raro porque abrirme de esa forma es un privilegio que llega, irónicamente, a destiempo, justo en el mes en que dejo más atrás mi adolescencia. En dos días se han sumado casi 60 seguidoras a mi nuevo Twitter y agradezco a Dios el milagro de seguirme sorprendiendo, de llegar con mis palabras a otros corazones, que latan con lo que escribo.

"Mercy"

En verdad, por ahora no me interesa ser más joven, aunque confieso que tampoco más grande, jajaja. Me siento en el punto exacto, en la punta del iceberg. Tengo tanto que agradecerle a Dios, a mi familia, amor, amigos, confidentes, maestros, editores, ex parejas, compañeros, doctores… a todo y a todos. ¡Gracias!